La Comuna de París, el movimiento obrero que quizá fue el de mayor importancia en el siglo XIX, en principio supo sumar a todos los trabajadores parisinos, desde los comunistas y los anarquistas, hasta los pequeños tenderos; pero también a todos los patriotas y republicanos. Con ello, la Comuna nos enseñó que el proletariado organizado, puede en primer término, destruir al Estado burgués y construir el propio. Pero también nos dice, esa gesta heroica, que las conquistas revolucionarias se tienen que defender, porque la burguesía, como quedó demostrado en ese mismo hecho, con la masacre de los mejores obreros parisinos, carece de cualquier humanismo y de cualquier traba de carácter moral y ético, cuando se trata de sostener al capitalismo.
En este sentido, es de vital importancia recuperar y resaltar la vigencia de estas enseñanzas dejadas por los hermanos y hermanas de la Comuna parisina hace 150 años. En este aniversario emblemático, corresponde al movimiento comunista y obrero internacional revisar y estudiar a profundidad el quizá primer capítulo revolucionario de la historia del mundo moderno. Sobre todo, en un tiempo en el que la línea divisoria entre socialistas/comunistas y anarquistas aun no era bien definido. Habría que esperar hasta la construcción de la I Internacional para que las diferencias entre el socialismo científico de Marx y Engels antagonizaran con la ideología anarquista propia de Bakunin, Prudhon y Kropotkin.
La Comuna de París es ciertamente la experiencia real de la cual todos los movimientos revolucionarios abrevan. Ya para finales del siglo XIX, importantes movimientos por la jornada laboral de ocho horas, como los mártires de Chicago de la plaza Haymarket, claramente están influenciados por los eventos de París. Lo mismo ocurriría en los demás centros industriales europeos, principalmente en Alemania e Inglaterra y por supuesto en Rusia, que tiene su primer gran convulsión política en la llamada revolución de 1905 obligando al Zar a hacer concesiones políticas.
Es precisamente a través de la posterior Revolución Rusa en 1917, y de carácter socialista, que la Comuna de París muestra en toda su magnitud la influencia en el movimiento proletario revolucionario internacional. Interpretando correctamente las experiencias de sus camaradas parisinos, el líder revolucionario ruso por excelencia, Lenin, saca de estas las más acertadas valoraciones. Como consecuencia se aplican las líneas estratégicas y tácticas correspondientes a la realidad imperante en aquel momento en Rusia, pero sin olvidar los antecedentes parisinos, poniendo especial atención y énfasis en la reacción contrarrevolucionaria.
Por este motivo, el accionar del partido bolchevique se distinguió desde un principio por la cohesión de sus cuadros y su línea política, su ideología revolucionaria sin compromisos, el desdeño al riesgo que suponía plantarle cara al Estado burgués y sus aparatos represivos empuñando las armas si fuese necesario o en el trabajo clandestino, pero, y sobre todo, anteponiendo siempre la conquista del poder y su mantenimiento sobre cualquier interés particular o de grupo.
Quizás es este último punto la gran herencia que deja la Comuna de París para el movimiento obrero internacional. Los comuneros se inmolan, de cierta manera, para enseñar a sus camaradas de todo el mundo que no basta con la conquista del poder, sino que todavía más importante que esto es la cuestión del mantenimiento de este. Los comuneros quizás involuntariamente arrojaron luz a la vieja disyuntiva del papel del Estado una vez ocurrida la revolución, una cuestión que habría de dividir a comunistas y anarquistas en el marco de la I Internacional. Paradójicamente, la Comuna de París contestó contundentemente a esta pregunta muchos años antes a través de su sangre en las calles, muros, ríos y edificios de la capital francesa, donde fueron masacrados salvajemente por las fuerzas contrarrevolucionarias francesas y sus aliados alemanes.
La gran lección: la burguesía nacional e internacional no se quedará cruzada de brazos dando libertad a los revolucionarios para que creen una sociedad distinta. Mucho menos para que construyan un comunismo sin Estado, sin policía, sin ejército ni cárceles u otras instituciones represivas. No, al contrario de lo que los anarquistas pudiesen afirmar, esto no fue ni será posible en tanto exista la burguesía contrarrevolucionaria a nivel nacional o internacional. Mientras así sea, estas fuerzas contrarrevolucionarias habrán siempre de unirse para destruir todo intento por superar el modelo de producción capitalista del que tanto se benefician.
Para el Partido Popular Socialista de México, las enseñanzas de la Comuna son más vigentes que nunca, puesto que la reacción internacional sigue operando de la misma manera que hace 150 años. En nuestra región latinoamericana ha quedado claro una y otra vez la manera inhumana en que procesos revolucionarios han sido abortados de manera violenta por golpes patrocinados por la contrarrevolución. Es por esto por lo que nos complace poder haber aportado al análisis profundo de tan importante evento histórico para el movimiento comunista internacional. La Escuela de Cuadros Vicente Lombardo Toledano saluda con la mayor de las satisfacciones este gran esfuerzo que camaradas de distintos países y organizaciones han logrado poner en pie y nos comprometemos a seguir aportando todo lo necesario de nuestra parte para que este trabajo avance y cumpla con sus metas trazadas. Reciban un fraterno saludo de todos los compañeros miembros del Partido y de su Juventud.
¡Gloria eterna a los comuneros!