El Congreso que hemos organizado con la Coordinadora Internacional de Escuelas marxistas leninistas, con motivo de cumplirse 150 años de las jornadas de la Comuna de París, ha sido de una gran importancia para recuperar y poner en valor tanto las enseñanzas como los legados de esos heroicos días de 1871.
Esos escasos pero significativos 72 días en los que transcurrió la experiencia de la Comuna de París constituyen una de las gestas más recordadas e inspiradoras de las luchas revolucionarias, de las luchas por el socialismo, de la historia de la clase obrera.
Fue el primer gran intento de materializar el fantasma anunciado por Marx y Engels en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848: la irrupción del proletariado en la lucha política por el poder, por tomar su destino en sus propias manos.
Entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871, las trabajadoras y los trabajadores de París conformaron un gobierno propio y lograron ejercer el poder político de la ciudad, desatando la ira y la represión de las clases dominantes, no solo para derrotar esta experiencia, sino para, una vez derrotada, someter a sus protagonistas a una persecución y un escarnio que deberían jugar un papel disciplinador ante cualquier nuevo intento de disputar el poder.
Durante esos días, se logró forjar una experiencia liminal de poder revolucionario en condiciones extremadamente difíciles, lo que no fue impedimento para que sus protagonistas trazaran un modelo comunal de organización, una experiencia novedosa de autonomía frente al modelo de explotación y opresión dominante hasta entonces.
La Comuna constituyó una magnifico ensayo de invención política, muchas veces improvisada ante las circunstancias, que fue echando a mano las experiencias e ideas acumuladas en las luchas del proletariado adaptadas sobre la marcha a la situación existente.
El carácter social y político de estas propuestas tenía una orientación claramente socialista, tomando y llevando a cabo buena parte de la aspiraciones e ideas en las luchas proletarias precedentes. La importancia de estas medidas, de este programa de gobierno comunal, no ha sido opacada por la derrota de la Comuna y su gran mayoría representa aspiraciones y reivindicaciones que mantiene su vigencia 150 años después.
La mayoría de las iniciativas importantes tomadas por las comuneras y los comuneros fueron resaltadas por Marx, Engels y Lenin, ya que apuntaban en dirección a la completa emancipación social y económica de la población asalariada como clase y en ellas se basa el invalorable legado que ha trascendido de la obra de la Comuna.
Es tan cierto, como repetido, afirmar que, ante todo, a la Comuna le faltó tiempo para consolidar su gobierno y fue derrotada con el terrible baño de sangre que puso fin a esa experiencia de poder popular.
El ejército de Versalles comenzó el ataque a la Comuna desde el 2 de abril y para el 21 de mayo, el ejército estatal ya había entrado a París y recuperado algunos distritos en la llamada Semana Sangrienta del 21 al 28 de mayo.
Los/as comuneros y comuneras lucharon con tremendo valor y a pesar de la fuerte resistencia de los distritos obreros, el 28 de mayo fueron derrotados y París fue recuperada por las fuerzas de la reacción.
La represión criminal desatada dejaba en claro que el Estado burgués podía hacer ciertas concesiones a la clase trabajadora, como concederle el voto o permitirle ocupar lugares en el Parlamento, si así convenía a sus intereses. Lo que nunca aceptaría era perder el poder, por lo cual, un gobierno popular como el que llevó adelante la Comuna debía ser exterminado.
Las fuerzas de Thiers provocaron una terrible carnicería en la que murieron más de 30.000 hombres, mujeres y niños, lo que siguió fue una tremenda venganza contra quienes apoyaron a la Comuna, en las semanas posteriores a la derrota: por las persecuciones, detenciones y fusilamientos fueron asesinadas aproximadamente otras 20.000 personas.
Durante cinco años París vivió bajo los efectos de la Ley Marcial, por la cual centenares fueron juzgados y se los condenó a trabajos forzados, otros fueron deportados temporalmente y algunos de por vida.
Pese a esto, no pudieron borrar el legado de la Comuna.
Marx describió a la Comuna de París como el primer ejemplo concreto de una dictadura del proletariado en la que el Estado es tomado por el proletariado y en el cual “no deben repetir el pasado, sino construir el futuro. Que aprovechen serena y resueltamente las oportunidades que les brinda la libertad republicana para trabajar en la organización de su propia clase”.
En ese intento por crear el primer Estado proletario centró su mayor virtud, como bien destacó Lenin:
Marx no se contentó con entusiasmarse ante el heroísmo de los comuneros, que, según sus palabras, “tomaban el cielo por asalto”. Marx veía en aquel movimiento revolucionario de masas, aunque este no llegó a alcanzar sus objetivos, una experiencia histórica de grandiosa importancia, un cierto paso hacia adelante de la revolución proletaria mundial, un paso práctico más importante que cientos de programas y de raciocinios. Analizar esta experiencia, sacar de ella las enseñanzas tácticas, revisar a la luz de ella su teoría: he aquí cómo concebía su misión Marx.
A 150 años de la Comuna de París, la misión de Marx destacada por Lenin sigue siendo la misión de los y las marxistas.
En América Latina, en pleno siglo XXI, donde el imperialismo continúa impulsando sus políticas de sojuzgamiento a nuestros países, asediando especialmente a Cuba, Venezuela y Nicaragua, reflotando un discurso anticomunista contra toda experiencia que intente tener ciertos grados de autonomía y soberanía frente a sus intereses, las enseñanzas y el legado de la Comuna y del conjunto de las luchas revolucionarias, emancipatorias de los pueblos siguen estando presentes.
Los días de la Comuna nos siguen interpelando y brindando aportes a nuestro accionar militante como lo siguen haciendo todas las experiencias revolucionarias, exitosas o derrotadas, que forman parte del bagaje revolucionario de la humanidad, de quienes siguieron y seguimos sus pasos en la lucha anticapitalista, antiimperialista, por el socialismo, por el comunismo.