Tomar como “nuevo punto de partida” toda la experiencia histórica de la clase obrera
La Comuna de París de 1871 fue la primera revolución proletaria triunfante, aunque solo durante dos meses y diez días. Como de todas las experiencias, hay que aprender tanto lo positivo como lo negativo: tanto lo que favorece como lo que perjudica el progreso de la humanidad hacia el comunismo.
Las revoluciones posteriores aplicaron los aciertos de la Comuna de París y también corrigieron sus errores: particularmente la indulgencia con el enemigo de clase y la falta de un partido dirigente disciplinado basado en el marxismo. Gracias a ello, esas revoluciones han conseguido durar no meses sino decenios, con transformaciones sociales mucho más profundas. Además, los trabajadores de los países capitalistas se apoyaron en este histórico movimiento revolucionario para arrancar importantes concesiones a los explotadores.
Sin embargo, a pesar de este aprendizaje, algunas experiencias socialistas han acabado sucumbiendo y las otras tienen que replegarse y hacer concesiones (como el resto de los destacamentos del movimiento obrero y comunista internacional). Por consiguiente, parece que las lecciones de la Comuna de París ya no son suficientes.
Al igual que Marx ayudó a superar la derrota de la Comuna de París analizándola en La guerra civil en Francia, los marxistas de hoy debemos poner fin al actual retroceso del movimiento revolucionario debatiendo y ofreciendo a las masas obreras un balance actualizado que sirva como “un nuevo punto de partida”.
Gracias a la Comuna de París –escribió Marx a Kugelmann el 17 de abril de 1871–, la lucha de la clase obrera contra la clase de los capitalistas y contra el Estado que representa los intereses de estos ha entrado en una nueva fase. Sea cual fuere el desenlace inmediato esta vez, se ha conquistado un nuevo punto de partida que tiene importancia para la historia de todo el mundo (Marx, 1871b).
La aportación de Unión Proletaria a este balance se basa en las investigaciones realizadas por la Asociación de Amistad Hispano-Soviética a lo largo de cuatro años, desde el Centenario de la Revolución de Octubre.
La URSS, máxima realización del movimiento obrero
Desde 1917, el socialismo ha dejado de ser únicamente una intuición de los explotados fundamentada en el conocimiento científico de las leyes objetivas del capitalismo. Desde entonces, se convirtió en una realidad práctica y es esta ahora el blanco principal de los ataques de la burguesía y lo que se cuestionan las nuevas generaciones de obreros. De ahora en adelante, los obreros solo volverán a luchar con ahínco por el socialismo cuando comprendan cómo se ha llevado a la práctica hasta el presente, cuáles son sus logros y qué causas han conducido a su derrota o retroceso.
La ola de revoluciones del siglo pasado que se levantó sobre los hombros de la Comuna de París comenzó en Rusia y después se extendió a otros países que llegaron a abarcar a un tercio de la humanidad.
La Unión Soviética fue el primer Estado en que se edificó el socialismo; ha sido el modelo para las siguientes revoluciones triunfantes; y sigue siendo la máxima realización que ha conocido el programa de emancipación de la clase obrera.
Partiendo de una situación social de gran atraso, la clase obrera de Rusia superó la deficiencia fundamental de la Comuna de París al forjar un partido como el de los bolcheviques. Gracias al acierto y a la tenacidad de Lenin, el partido bolchevique organizó una precisa división del trabajo entre la vanguardia y las masas, presidida por la cosmovisión materialista dialéctica del marxismo.
Dirigida por el bolchevismo, la Unión Soviética progresó a un ritmo hasta entonces desconocido y se convirtió en la segunda potencia industrial del mundo.
Incremento de la producción industrial en la URSS y en los países capitalistas, 1929-1951 (porcentaje respecto a 1929)
1929 | 1939 | 1943 | 1946 | 1947 | 1948 | 1949 | 1950 | 1951 | |
URSS | 100 | 552 | 573 | 466 | 571 | 721 | 870 | 1.082 | 1.266 |
Estados Unidos | 100 | 99 | 217 | 155 | 170 | 175 | 160 | 182 | 200 |
Inglaterra | 100 | 123 | no se han publicado datos | 112 | 121 | 135 | 144 | 157 | 160 |
Francia | 100 | 80 | 63 | 74 | 85 | 92 | 92 | 104 |
Fuente: Malenkov (1952).
Tasas de crecimiento real del Producto Nacional Bruto, 1938-1953
País | PNB | País | PNB |
Canadá | 4,1 | Bélgica | 1,5 |
USA | 3,7 | Japón | 1,5 |
URSS | 3,3 | Dinamarca | 1,2 |
Suecia | 2,0 | Holanda | 1,2 |
Francia | 1,9 | Reino Unido | 1,2 |
Noruega | 1,6 | Italia | 1,1 |
Suiza | 1,6 | RFA | 0,7 |
Australia | 1,5 |
Fuente: Maddison (1971: 71).
Mucho más podría haber conseguido la URSS si los capitalistas y sus Estados la hubieran dejado desarrollarse libremente.
URSS. Censo de población (en millones)
1914 | 1923 | 1926 | 1939 |
142,4 | 136,1 (debían ser 161,5 al 1,41% anual) | 147 | 170,6 |
Fuente: Hutchings.
Dicho sea de paso, lo que impactó negativamente en la demografía soviética fueron las agresiones capitalistas y no las políticas socialistas, las cuales propiciaron un crecimiento continuo de la población.
A diferencia de los comuneros parisinos que no marcharon hasta Versalles y fueron demasiado condescendientes con sus enemigos, los bolcheviques no se hicieron ilusiones sobre el democratismo humanitario de los capitalistas: al tomar Berlín, impidieron que la burguesía internacional perpetrara otra “Semana Sangrienta” contra los trabajadores.
Ciertamente, hay todo un ejército de intelectuales burgueses que oculta o niega los logros soviéticos. Pero la práctica de la victoria de la Unión Soviética en los campos de batalla es la prueba irrefutable de la viabilidad, de la eficacia y de la superioridad económica y política del socialismo sobre el capitalismo.
El punto de inflexión en la historia de la URSS que la condujo a la derrota
Sin embargo, a simple vista, parece que este veredicto ha quedado refutado por el declive que el socialismo y el movimiento proletario sufren desde hace varios decenios.
Pero, si examinamos los hechos más de cerca y con valentía autocrítica, constatamos que, tras la muerte de Stalin, el Partido Comunista de la Unión Soviética cuestionó los principios revolucionarios emanados de la experiencia de la Comuna de París que habían hecho posible la defensa y el progreso de la URSS.
El nuevo curso político que emprendió el PCUS a partir del XX Congreso (1956) y del XXII Congreso (1961) tuvo tres grandes ejes:
En consecuencia, la economía se volvió menos eficiente –como puede apreciarse a partir de 1955 en el siguiente cuadro de tasas quinquenales de crecimiento del PIB– y se desarrolló una nueva burguesía que consiguió restaurar el capitalismo en los años 90.
URSS. Crecimiento de su Producto Interior Bruto
1925-1930 | 124% |
1930-1935 | 17% |
1935-1940 | 17% |
1940-1950 | 36% |
1950-1955 | 40% |
1955-1960 | 37% |
1960-1965 | 35% |
1965-1970 | 33% |
1970-1975 | 30% |
1975-1980 | 16% |
1980-1985 | 15% |
Fuente: Fundación Joaquín Costa (1992: 24).
Las raíces objetivas y subjetivas de la derrota
Las causas del triunfo del revisionismo en el PCUS y de la posterior restauración capitalista son a la vez objetivas y subjetivas.
Entre las causas objetivas, destacan las siguientes:
En cuanto a las causas subjetivas, hay que partir del hecho siguiente: la ofensiva del socialismo iniciada a finales de los años 20 no estaba motivada por la prisa de los bolcheviques por llegar primeros al comunismo; era la parte económica necesaria de la preparación de la URSS para desbaratar la nueva agresión imperialista que se estaba gestando y que se produciría diez años después. El resultado de esta ofensiva del socialismo, no obstante, fue espectacular:
En un solo quinquenio, la propiedad privada capitalista sobre los medios de producción había sido totalmente nacionalizada y la agricultura colectivizada, quedando la sociedad soviética libre de explotadores y conformada únicamente por la clase obrera, el campesinado cooperativista y la capa de intelectuales y empleados.
Era un gran paso hacia el comunismo, pero la necesidad de unir a estos sectores sociales ante la inminente agresión llevó a los bolcheviques a minimizar la importancia de las contradicciones de clase entre ellos.
No se debe perder de vista que el proletariado revolucionario no puede transformar la sociedad de golpe. El socialismo es todavía la fase inferior del comunismo y tiene por tanto un carácter doble, contradictorio.
La principal palanca que asegura el progreso hacia el comunismo pleno es la posesión efectiva de los medios de producción y del poder político por parte las masas obreras.
Así lo expresaba V. M. Molotov en su Informe a la XVII Conferencia del PC de la URSS del 2 de febrero de 1932 sobre el Segundo Plan Quinquenal: “El crecimiento de la potencia de la URSS está basado en la actividad de las masas, en la participación de los obreros y trabajadores campesinos en toda la edificación socialista” (Molotov, 1932).
Aún más concretamente se pronunciaba Stalin en 1935 sobre el carácter de clase de este movimiento de masas en su forma particular conocida como estajanovismo:
Son principalmente obreros y obreras, […] libres del tradicionalismo y de la rutina de ciertos ingenieros, técnicos y científicos […] completan y rectifican constantemente a los ingenieros y técnicos, frecuentemente les enseñan algo nuevo y los empujan hacia delante […]. Ante todo, es evidente que este movimiento ha comenzado, por decirlo así, por sí solo, de manera casi espontánea, desde abajo, sin presión alguna de parte de la administración de nuestras empresas. Aún más. Este movimiento se ha desarrollado, de cierta manera, contra la voluntad de la administración de nuestras empresas, incluso en la lucha contra estas (Stalin, 1935).
Mao Zedong, por su parte, explicaba esta palanca principal del desarrollo del socialismo como:
El derecho a la dirección del país, de las diversas empresas y de las organizaciones culturales y de educación. En realidad, estos son los derechos más importantes de los trabajadores en el sistema socialista. Se trata de derechos fundamentales sin los cuales el derecho de trabajar, de recibir una educación, de descansar, etc., no existen. El problema de la democracia socialista es en primer lugar saber si los trabajadores tienen el derecho de vencer las diferentes fuerzas hostiles y sus influencias (Mao, 1960).
Pero, al mismo tiempo, como explica Marx en su Crítica del Programa de Gotha, la acción revolucionaria de las masas proletarias no puede ser la única palanca de la progresión material del socialismo hacia el comunismo:
De lo que aquí se trata no es de una sociedad comunista que se ha desarrollado sobre su propia base, sino, al contrario, de una que acaba de salir precisamente de la sociedad capitalista y que, por tanto, presenta todavía en todos sus aspectos, en el económico, en el moral y en el intelectual, el sello de la vieja sociedad de cuya entraña procede (Marx, 1875).
En la Unión Soviética, el sello de la vieja sociedad se concretaba en los siguientes aspectos, que constituían palancas secundarias del desarrollo del socialismo, destinadas a suprimirse para poder alcanzar el comunismo:
Una vez recuperada la economía soviética de las devastaciones causadas por la Segunda Guerra Mundial es cuando Stalin analiza más a fondo, al menos públicamente, las contradicciones de la sociedad soviética. Desplegando perspicacia revolucionaria en la mayoría de las cuestiones frente a sus contradictores, sin embargo, reduce las relaciones de producción a las relaciones de propiedad. Este idealismo jurídico suyo se debe a que no comprendía que, mientras no desaparezca la división del trabajo, será inevitable la división de la sociedad en clases, que es la causa interna y principal de la lucha entre ellas.
Sin embargo, Lenin había advertido:
Para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a los explotadores, a los terratenientes y a los capitalistas, no basta con suprimir su propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda propiedad privada sobre los medios de producción; es necesario suprimir la diferencia existente entre la ciudad y el campo, así como entre los trabajadores manuales e intelectuales. Esta obra exige mucho tiempo. Para realizarla, hay que dar un gigantesco paso adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas, hay que vencer la resistencia (muchas veces pasiva y mucho más tenaz y difícil de vencer) de las numerosas supervivencias de la pequeña producción, hay que vencer la enorme fuerza de la costumbre y la rutina que estas supervivencias llevan consigo (Lenin, 1919).
Cuatro décadas después, la experiencia de edificación del socialismo en China llevaba a Mao Zedong a confirmar:
En una sociedad socialista existen aún capas sociales conservadoras y grupos que recuerdan a los “grupos privilegiados” de otras épocas. Existen aún diferencias entre los trabajadores intelectuales y los trabajadores manuales, entre la ciudad y el campo, entre los obreros y los campesinos. […] Los hijos de nuestros cuadros nos causan grandes preocupaciones. No tienen experiencia sobre la vida y la sociedad. Pero se muestran arrogantes y tienen un sentimiento de superioridad muy marcado (Mao, 1960).
Ya a mediados del siglo XX, al sentar las bases del socialismo científico partiendo de las contribuciones utópicas previas, Marx y Engels habían explicado:
Dentro de la división del trabajo, las relaciones personales siguen desarrollándose necesaria e inevitablemente hasta convertirse y plasmarse en relaciones de clase […], la abolición de la independencia de las relaciones frente a los individuos y de la supeditación de la individualidad a la casualidad, de la subsunción de sus relaciones personales bajo las relaciones generales de clase, etc., está condicionada por la supresión de la división del trabajo […] bajo la condición de un desarrollo omnilateral de los individuos, precisamente porque el intercambio y las fuerzas productivas con que se encuentren sean omnilaterales y solo puedan asimilarse por individuos dotados de un desarrollo también omnilateral, es decir, en el ejercicio libre de su vida (Marx y Engels, 1846).
Alcanzada la madurez de sus concepciones, confirmaban:
Lo que subyace a la división en clases es la ley de la división del trabajo. […] Tiene que desarrollarse el hombre de un modo universal mediante una ocupación práctica universal, y el trabajo tiene que recuperar el atractivo perdido por la división; a ello contribuirá por de pronto la variación y la correspondiente brevedad de la “sesión” (esta es la expresión de Fourier) dedicada a cada trabajo particular (Engels, 1878).
Ciertamente, Stalin tenía razón cuando insistía en la necesidad de desarrollar mucho más la productividad del trabajo en la Unión Soviética para poder superar la división social del trabajo.
Pero ¿qué hacer mientras esto se conseguía e incluso para que se consiguiera?
La experiencia demuestra que la pérdida de independencia política del proletariado en el seno del pueblo trabajador acaba pudriendo el socialismo, hasta el punto de desmotivar el interés de las masas obreras por elevar la productividad del trabajo.
Por tanto, en la sociedad socialista, es preciso propagar la conciencia de que hace falta superar la división social del trabajo. Y también hay que movilizar a las masas obreras contra las consecuencias contrarrevolucionarias de esta.
Tal miopía con las contradicciones entre las clases trabajadoras contrasta con la insistencia de Lenin en destacar:
Solo una clase determinada, a saber, los obreros urbanos y en general los obreros fabriles, los obreros industriales, están en condiciones de dirigir a toda la masa de trabajadores y explotados en la lucha por derrocar el yugo del capital, en el proceso mismo de su derrocamiento, en la lucha por mantener y consolidar el triunfo, en la creación del nuevo régimen social, del régimen socialista, en toda la lucha por la supresión completa de las clases. […] Suponer que todos los “trabajadores” están igualmente capacitados para realizar esta obra, sería decir la frase más vacía o hacerse ilusiones de socialista antediluviano, premarxista. Porque esta capacidad no se da por sí misma, sino que se forma históricamente y solo en las condiciones materiales de la gran producción capitalista (Lenin, 1919).
La falta de conciencia de este problema ha llevado a la degeneración burguesa a tantas organizaciones proletarias que, en las masas más explotadas, se ha afianzado un escepticismo individualista o liberal hacia toda organización.
Algunas lecciones para reanudar la marcha y llegar a la meta final
Bibliografía
Engels, Federico (1873). De la autoridad.
Engels, Federico (1878). Anti-Dühring.
Hutchings, R. El desarrollo económico soviético 1917-1970 – Historia y planificación, Vol. 1.
Lenin, V.I. (1908). Materialismo y empiriocriticismo.
Lenin, V.I. (1919). Una gran iniciativa.
Maddison, Angus (1971). Crecimiento económico en Japón y en la URSS.
Malenkov, G.M. (1952). Informe ante el XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética.
Mao Zedong (1960). La construcción del socialismo.
Marx, Carlos y Engels, Federico (1846). La ideología alemana.
Marx, Carlos (1871a). La guerra civil en Francia.
Marx, Carlos (1871b). Carta a Kugelmann del 17 de abril.
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Molotov, V.M. (1932). Informe a la XVII Conferencia del PC de la URSS sobre el Segundo Plan Quinquenal.
PCUS (1961). Programa aprobado en el XXII Congreso.
Unión Proletaria (2021). Programa político.
Servicio de Estudios de la Fundación Joaquín Costa (1992). Evolución de la economía soviética (1917-1986).
Stalin, I.V. (1935). Discurso pronunciado en la primera conferencia de los Stajanovistas de la URSS.
Stalin, I.V. (1952). Problemas económicos del socialismo en la URSS.